Tag Archives: primaria Chía

La abducción en la escuela

29 Ene

V Jornadas “Peirce en Argentina” 23-24 de agosto del 2012

Claudia Zapata Cano1
clauza@hotmail.com
“(…) Un hombre joven necesita una educación física y una educación estética, una educación en los modos del mundo y una educación moral, y con todas éstas, la lógica no tiene nada que ver en particular; pero en la medida en que se necesita una educación intelectual, es precisamente lógica lo que necesita” (C. S. Peirce, 1882)2

Introducción
El presente artículo esta inspirado en un trabajo de investigación experimental que actualmente se esta llevando a cabo en la Institución Educativa Asia Ignaciana del Municipio de Medellín con niños de cuarto grado; basada en la idea de desarrollar la lógica textual en la etapa escolar , a partir del ejercicio del nivel inferencial del pensamiento, centrado en la abducción. El texto esta especialmente dedicado a exponer los criterios, que desde la perspectiva Peirceana, puede generar aportes significativos en materia de Pedagogía, a la didáctica y métodos de enseñanza que potencien las habilidades mentales del educando.
En el encuentro pasado, en la “IV jornada de Peirce en Argentina”, expuse este tema3, narrando sobre mis primeros intentos experimentales de la abducción como estrategia para mejorar la comprensión textual; me encuentro ahora en la necesidad de intentar precisar mis argumentos, como seguidora de los estudios del Doctor Charles Sanders Peirce, tomándolos como principal referente, el cual (tanto su persona como sus concepciones epistemológicas) ha sido un “hecho sorprendente” en mi labor docente.
En este marco, el texto se compone de tres partes: la primera titulada ¿Por qué la abducción en la escuela? Aspiro especificar la pertinencia de ejercitar el razonamiento abductivo desde la escuela; en la segunda parte explico el impacto y trascendencia de desarrollar el pensamiento lógico inferencial abductivo en la edad escolar y finalmente frente al cuestionamiento sobre Cómo buscar la apropiación en la habilidad de pensar abductivamente, explico desde las teorías pedagógicas, la

pertinencia e impacto de la formación del hábito como estrategia metodológica de cualquier aprendizaje.
¿Por qué la abducción en la escuela?
En el proceso de ejecución de la Ley General de Educación4, surge entre los docentes y pedagogos, interrogantes sobre el sentido y la función de la escuela y las habilidades y competencias que son posibles de alcanzar en los educandos. Ligado a estos cuestionamientos, surgen otros interrogantes sobre el cómo desarrollar la capacidad crítica, analítica y el razonamiento lógico para la formación intelectual, espiritual, emocional, ética y estética de los estudiantes que se evidencie en el progreso de social.
Si las teorías y experiencias pedagógicas no evolucionan y se anticipan a los cambios y demandas que la nueva sociedad requiere, la escuela como espacio privilegiado para la construcción del saber y la transformación cultural y científica, pierde su sentido y razón de ser.
Agregando a lo anterior, uno de los fines o propósitos de la educación en Colombia consiste en la “generación de conocimientos científicos” a través de la “apropiación de hábitos intelectuales, adecuados para el desarrollo del saber”5.
Desde esta perspectiva, educar demanda para los docentes la necesidad de buscar métodos y estrategias de enseñanza que permita desarrollar habilidades mentales, potenciando así el razonamiento lógico, propio y pertinente para la generación de estos conocimientos científicos. Esto implica propiciar intencionalmente espacios y actividades que desarrollen procesos superiores de pensamiento (2003, 47)6. Pinzás se apoya en la teoría de Presseissen7 para explicar las habilidades del pensamiento que “la escuela debe estimular, clasificadas en tres categorías: procesos básicos, complejos y metacognitivos”.
Dentro de los procesos complejos que expone Presseissen incluye “la resolución de problemas, el pensamiento crítico y el pensamiento creativo” entre otros. Es por tanto necesario en la escuela, aprender a desarrollar estos procesos con destreza.
Sabemos pues, que la abducción desarrolla pensamiento creativo. Recordemos que Peirce define la abducción como “La única operación lógica que introduce una nueva idea”8 ya que “consiste en examinar una masa de hechos y permitir que esos hechos sugieran una teoría”
Generar nuevas ideas, es por tanto, sinónimo de creatividad y por ende, en términos de Pinzás “habilidad esencial para la conducta inteligente” (2003: 57)
De acuerdo con los estudios de la autora sobre “Metacognición y lectura” en relación a la “teoría triádica de la inteligencia humana” (2003:56), ésta formula tres partes: componencial, experiencial y contextual. Específicamente el componente experiencial tiene que ver con la habilidad que adquiere el ser humano al enfrentarse a la novedad.
En consonancia con lo anterior, una muestra de una conducta inteligente lleva en sí la habilidad para razonar, asimilar y acomodar en su mente la nueva información.
Al respecto Peirce, en sus escritos sobre “cómo esclarecer las ideas” explica que la mente, frente a un hecho que nos sorprende por lo nuevo o inusual, produce una “irritación” producida por la duda que se genera, provocando una acción, en la cual la mente no reposa hasta ser resuelta: “la irritación de la duda excita la acción del pensamiento que cesa cuando se alcanza la creencia”9; es decir, la mente no descansa ante algo que nos inquieta, bien sea por ser un hecho poco común, novedoso e inusual; buscando dar explicaciones ante el enigma mediante hipótesis abductivas o probables; apaciguando así “la irritación de la duda, “una vez alcanzada la creencia”(1988, 10).
De esta manera, queda claro que, la teoría de Peirce respecto a cómo actúa nuestra mente frente al fenómeno de lo que llamamos “novedad” o “razón creativa”10, es sencillamente una manifestación de una acción inteligente; objetivo primordial de desarrollo en la escuela, razón por la cual es de suma importancia enseñar a los alumnos a pensar abductivamente.
Otro aspecto de vital importancia para la Pedagogía en el desarrollo cognitivo del individuo, es la relación de los conocimientos previos con los nuevos. Uno de los pedagogos más notables es David Ausubel. Al respecto éste plantea en su teoría sobre Aprendizaje significativo que el elemento primordial que moviliza el proceso de aprendizaje son los conocimientos previos del alumno. En este sentido Ausubel afirma “si tuviese que reducir toda la Psicología educativa en un solo principio, enunciaría éste: el factor más importante que influye en el aprendizaje es lo que el alumno ya sabe”11.
Para Pinzás las hipótesis que el individuo sugiere, tiene sus raíces en la relación de éstas con lo que ya conoce y afirma “En la combinación selectiva el individuo interpreta su experiencia o sus datos utilizando parte de conocimiento, hipótesis predictivas o teorías previas y avanza hacia la elaboración en una nueva propuesta teórica” (2003:58).
La abducción plantea la generación de una idea nueva partiendo de juicios pasados.
La activación de conocimientos previos involucra la interrelación de lo nuevo con lo ya conocido, necesarios para la apropiada aplicación de reglas. Al respecto Barrena señala la importancia que Peirce le da a la experiencia para que se produzca la abducción “la mente debe trabajar sobre la experiencia, sobre los conocimientos previos” y anteriormente explica: “lo creativo, lo nuevo, no puede existir sin la referencia de lo antiguo”12
¿Qué propicia la abducción en los educandos?
La creatividad o como se dice en pedagogía, pensamiento creativo, tiene que ver con la capacidad de crear nuevas cosas, resolver situaciones de forma única e incluso llegar a conclusiones novedosas y ésta no es exclusivo de las áreas artísticas, su materialización se da en todos los campos en que se desenvuelva el ser humano.
La creatividad, que esta ligada inherentemente a la novedad, es un principio básico de la inteligencia (Pinzás, 2003:57)
La abducción es el ejercicio de creatividad en potencia: “generamos hipótesis, para dar cuenta de aquellos hechos que nos sorprenden” (Nubiola, CP 1, 2001).
La posibilidad de generar nuevas ideas en un estudiante, es una clara muestra de procesos creativos y por ende de habilidad inteligente. Al respecto Nubiola afirma: “si comprendiéramos mejor el proceso de generación de nuevas ideas, probablemente entenderíamos un poco mejor en que consiste realmente la racionalidad humana” (CP 1, 2001).
Otro aspecto fundamental que la abducción favorece en la etapa escolar es el desarrollo del pensamiento crítico a través del razonamiento inferencial, necesario para todo campo del saber.
La abducción vista como un proceso inferencial en el cual se formula nuevas ideas (hipótesis), a partir de premisas; pone en juego todo un operativo mental de habilidades cognitivas (Mejía, 2004:23) entendidas éstas como un conjunto de operaciones mentales que el individuo debe adquirir a través de ejercicios de aprendizaje que se manifiestan en su desempeño en diferentes contextos tales como clasificar, reordenar, descartar, jerarquizar, asociar, memorizar, predecir y enlazar; que le permitan formular conjeturas. En otras palabras, pensar abductivamente, generar nuevas ideas en un estudiante es, en el campo pedagógico, una evidencia palpable de procesos lógicos que conllevan al desarrollo del pensamiento crítico.
Respecto a lo anterior, como docente investigadora, he formulado el siguiente planteamiento hipotético: ¿Es posible, a través del desarrollo del razonamiento abductivo, potenciar la lógica textual favoreciendo la capacidad interpretativa, inferencial, crítica y propositiva en los estudiantes?13. Desde esta perspectiva he realizado pruebas experimentales14, actualmente en la Institución Educativa Asia Ignaciana del Municipio de Medellín15 con niños de cuarto grado; población con características socio económicas vulnerables. Se busca pues, comprobar los alcances del pensamiento abductivo en el área de la lingüística, específicamente en la comprensión textual, basada en un experimento piloto que se llevó a cabo con estudiantes de noveno grado entre los catorce y quince años de edad, en donde se obtuvieron resultados muy favorables descritos en mi anterior ponencia.
Este proyecto investigativo aún esta en curso aunque desde ya se observa resultados positivos que serán publicados finalizado todo el proceso.
¿Cómo buscar la apropiación en la habilidad de pensar abductivamente?
En mi experiencia docente, en la cual he trabajado por años con especial interés en la idea acerca de, como potenciar la lógica textual favoreciendo principalmente la capacidad inferencial16, en los estudiantes, tanto de niños como de jóvenes; he podido percibir que, el fracaso en el proceso de aprendizaje, en la mayoría de los casos, no depende sólo de aquellos procesos complejos o superiores del pensamiento sino por cuestiones de adecuación o acomodación como lo expone Pinzás, basada en Heath17, cuando explica que “una de las características más importantes que los individuos necesitan desarrollar para poder actuar en el mundo futuro es la adaptabilidad” y agrega que “para muchos ésta es la definición
misma de la inteligencia, para otros es una función básica” (2003,47).Este concepto tiene estrecha relación con el hábito.
El hábito según el Diccionario de Psicología “es una forma de reacción adquirida” (1985:158). Este concepto, bien conocido en el campo de la Educación, se aplica a procesos de aprendizaje, los cuales se consideran completos, cuando el individuo haya adaptado su conducta a los nuevos conocimientos; es decir, el hábito refuerza en los esquemas mentales, la nueva idea, apropiándose totalmente de ella.
Desde la perspectiva Peirceana, Barrena expresa que el ser humano “es un manojo de hábitos”18. Al respecto, Peirce define “la materia” como “mente envuelta en hábitos” (CP1 5.57)19.
Para Peirce, “el habito es aquella especificación de la Ley de la mente por la que una idea general obtiene el poder de suscitar reacciones” (CP1 1.44) A través de éstos, la mente experimenta sensaciones que hacen que probablemente actúe en una dirección similar a la dada por una idea general.
En consonancia con lo anterior, dentro de la labor pedagógica, tal y como lo explica Peirce, se concibe como necesaria la formación de hábitos para todo tipo de conocimientos que se genera en los estudiantes.
Así mismo, este referente Peirceano, también lo he estado aplicando al trabajo experimental, que he venido llevando a cabo y al cual le he estipulado un periodo de dos años para la apropiación mental de todo el proceso lógico y mental que conlleva el razonamiento abductivo.
Otro aspecto esencial en el trabajo experimental con los niños ha sido el componente afectivo que se añadió, en términos de como lo llamaría Peirce, el “amor Ágape”20
Barrena, desde la perspectiva Peirceana, explica cómo, “todo crecimiento y creatividad en el universo proceden de un amor ágape, orientado hacia el otro” (…) “y por ello nos hacemos más razonables, más inteligentes, más perceptivos, más creativos. Eso es posible porque la evolución esta guiada por el ágape por un amor orientado siempre hacia afuera” (2007:133)
En mi experiencia docente, el trabajo creativo que la abducción permite, fluye con mayor intensidad cuando se le proporciona al niño
sentimientos de superación, auto estima y auto seguridad, dándole fuerza al desarrollo de la habilidad creativa.
En los niños, las palabras de aliento, felicitación y estímulo del docente, frente a los logros alcanzados en el juego de detectives y científicos con que se abre las sesiones de ejercicios para el desarrollo de pensamiento abductivo, los hace aumentar su autoestima y esto produce en ellos tales efectos como si “automáticamente” se volviesen más creativos y más capaces de generar nuevas ideas.
Finalmente, en términos conclusivos se puede afirmar que la dinámica del razonamiento abductivo crea en los estudiantes una formación intelectual, cuyo propósito apunta al desarrollo de la capacidad lógica, inferencial, argumentativa y creativa y crítica; no sólo para la comprensión de textos sino en el uso diferentes situaciones cotidianas.
La formulación y solución de un enigma se aplica a las diversas áreas del conocimiento que impliquen actuar bajo el esquema de la presunción, adaptándolo al contexto en el que la ciencia lo requiera tal y como lo afirma Peirce cuando dice: “pero los más altos lugares en la ciencia en los próximos años será para aquellos que tengan éxito en la adaptación de los métodos de una ciencia a otra”21.
1 Docente, Municipio de Medellín de la Institución Educativa Asia Ignaciana. Licenciada en Educación Básica con Énfasis en Humanidades, Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia.
2 Ver “Conferencia introductoria sobre el estudio de la Lógica”. Charles S. Peirce (1882) traducción castellana Juan Marrodán (2000). Ver página web de la Universidad de Navarra (consultado el 25 de marzo de 2010). http://www.unav.es/gep
3 Ver “La Abducción creativa como recurso para el mejoramiento de la comprensión textual” (2010). Ver página web http://www.unav.es/gep/JornadasPeirceArgentina.html
4 Ley General de Educación de Colombia de 1994.
5 Ley 115 de 1994. Artículo 5, no 5
6 Pinzás, J. (2003) “Metacognición y lectura” Pontificia Universidad Católica del Perú, Plaza Francia 1164, cercano de Lima. 47-58.
7Presseissen, B. (1985) “Thinking Skills: Meanings, models, materials”. En A.L. Costa (Editor), Developing Minds. A. Resource Book for Teaching Reading, p43-48. Association for Supervision and Curriculum Development. California.
8 (Barrena 2007) citando a Peirce (CP 5.171, 1903)
9 Ver “Como esclarecer nuestras ideas”. Charles S. Peirce (1878) traducción castellana y notas de José Vericat (1988,10). Ver página web de la Universidad de Navarra (consultado el 25 de marzo de 2010). http://www.unav.es/gep
10 Barrena, Sara. “La razón creativa. Crecimiento y finalidad del ser humano según C.S.Peirce”. Ediciones Rialp, S.A. Madrid, 2007.
11 Ver: “El aprendizaje significativo. Importancia delos conocimientos previos de los estudiantes”. Por el Maestro Ciro. Agosto 22 de 2010. Ver página web http://maestrociro.wordpress.com (consultado el 10 de mayo de 2012)
12 Barrena, Sara. “los hábitos y el crecimiento: una perspectiva Peirceana”. Numero Actual. Numero 21 CP 7.

13 Ver: Zapata, Claudia. “la abducción creativa como recurso para mejorar la comprensión textual”. Publicado en septiembre de 2010 en la web http://www.unav.es/gep
14 Los recursos económicos que implica este tipo de trabajo experimental están siendo financiados por la corporación de egresados del Colegio San Ignacio A.S.I.A. Ignaciana del Municipio de Medellín.
15 Los niños del grupo experimental pertenecen a los estratos económicos cero y uno del Barrio popular dos con altos índices de violencia social e intrafamiliar y desempleo.
Los niños del grupo control son de estrato 2 del barrio El playón, de la misma Institución educativa del grupo experimental pero de distinta sede locativa.
16 De acuerdo al diagnóstico realizado a un grupo experimental en jóvenes del grado 9o, para identificar inicialmente el tipo de pregunta que mayor dificultad se presenta en los estudiantes frente a pruebas de competencia lectora fue de tipo inferencial (74%). Estos resultados se encuentran descritos en mi trabajo de grado titulado “La abducción en los cuentos policiacos y enigmáticos para mejorar la comprensión textual” Centro de Documentación. Universidad de Antioquia, 2009.
17 D.H.Heath: Schools of Hope. Developing Mind and Character in today’s Youth, 1994.
18 Barrena, Sara. “los hábitos y el crecimiento: una perspectiva Peirceana”. Numero Actual. Numero 21 19 Ver “La Ley de la mente”. Charles S. Peirce (1892) traducción castellana y notas de José Vericat (1988). Ver página web de la Universidad de Navarra (consultado el 25 de marzo de 2010). http://www.unav.es/gep
20 (Barrena 2007), citando a Peirce, (CP 6. 289, 1893)
21 Ver “Conferencia introductoria sobre el estudio de la Lógica”. Charles S. Peirce (1882) traducción castellana Juan Marrodán (2000). Ver página web de la Universidad de Navarra (consultado el 25 de marzo de 2010). http://www.unav.es/gep


10 Secretos de la Navidad para una sociedad posmoderna

17 Dic
10 Secretos de la Navidad para una sociedad posmoderna Si nos detenemos a contemplar un momento «la Navidad» no es tan difícil, por lo tanto, encontrar el secreto para ser felices Autor: P. Alejandro Ortega Trillo, L.C. | Fuente: Catholic.net
La Navidad es inagotable. Después de dos mil años, sigue ilusionando a los niños, inspirando a los artistas, arrobando a los místicos y movilizando al mundo entero. Basta recorrer las principales avenidas y comercios del orbe a partir de noviembre para sentir la fuerza del fenómeno. Y esto en una cultura que es llamada ya por muchos «post-moderna»; es decir, que dejó atrás la modernidad y se ha vuelto «ultramoderna», sobre todo por su dominio técnico y científico, su estructuración geopolítica y social y su configuración global.
En esta nueva edad de la humanidad, contrasta cada vez más la celebración de la Navidad con la tradición de la Navidad. Las tradiciones, en general, están muy devaluadas. Se ha difundido la idea de que son algo que se hace sólo por costumbre, inercia o imposición social o religiosa. Muy al contrario, l as tradiciones son como las mejores prácticas de la humanidad, amasadas en forma de costumbre o recurrencia, precisamente para que no se pierdan. Las tradiciones tienen un núcleo interior, un sentido profundo que inspira y da significado a la celebración exterior.
La celebración de la Navidad, sin embargo, está siendo cada vez más superficial y material. Y a medida que se va imponiendo un modelo pagano y comercial de celebrarla, se va perdiendo su riqueza profunda y su encanto. Hacen falta nuevos puentes entre tradición y postmodernidad. Sin duda, hay muchos elementos que depurar en ciertas tradiciones. Pero es preciso redescubrir el valor de las sanas tradiciones, si no queremos perder irresponsablemente riquezas atesoradas por la humanidad a lo largo de siglos y milenios.
La Navidad es la tradición por excelencia. Aunque inmediatamente hay que aclarar que la Navida d es mucho más que una tradición. Es un acontecimiento. Un evento histórico o, mejor, «metahistórico», en el sentido de que rebasa, desborda y envuelve la historia misma, iluminándola y dándole su pleno significado. Por eso, la Navidad jamás será obsoleta. Y por eso también hoy tiene tanto que decirle a nuestra cultura postmoderna. Las siguientes reflexiones son sólo un botón de muestra.
1. El secreto del burro y el buey: la calma
La nuestra es una sociedad apresurada. No tenemos tiempo para nada. Parecemos «malabaristas» de la existencia: sentimos la presión de mantener muchos roles y responsabilidades en el aire y la limitación de contar sólo con «dos manos». Y se nos nota: la prisa nos apremia; y también nos maltrata. Más allá de los estragos del stress, tan bien documentados, a veces cometem os errores muy básicos por no dedicarle a cada cosa su tiempo. No hace mucho, al bajar del coche, por la prisa, cerré la puerta sin estar «completamente fuera». ¿El resultado? Un dedo «machucado» y algunas estrellas.
El burro y el buey, siempre presentes en los nacimientos, tienen un secreto que ofrecernos: la calma. La tradición de colocar estos dos animales junto al pesebre del Niño Jesús no es ornamental. Tiene fundamento bíblico: «Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo», escribe el profeta Isaías (1, 3).
Recuerdo el gesto sereno y apacible del burro y del buey del nacimiento que poníamos en casa. Dos modelos humanos difícilmente hubieran podido expresar tanta calma. El burro y el buey simplemente «están». No se mueven. No caminan. No se marchan. No tienen ninguna prisa.
La calma supone saber estar donde se debe estar en cada moment o. Claro, supone también una buena organización personal y claridad de prioridades. Si quieres calma -parecen decirnos estos animales- dale prioridad a Dios. Ellos reconocieron en el Niño Jesús a su «dueño y amo». En otras palabras, no tenían otro lugar mejor donde estar en ese momento. Si Dios fuera siempre nuestra prioridad, y le dedicáramos tiempo a la oración, al trato con Él, seguramente tendríamos más calma. No por tener menos cosas que hacer, sino por hacer las que realmente importan. Por lo demás, el tiempo no existe ni importa cuando estamos con aquellos que amamos.
«Ustedes tienen el reloj; nosotros tenemos el tiempo», decía un viejo beduino del desierto a un turista. Aprendamos del burro y el buey a no dejarnos presionar tanto por las manecillas. Y menos cuando estemos en oración. Nunca como entonces se puede saborear la serena alegría de estar junto a Dios en plena calma.
2. El secreto de José: la providencia
Nuestra sociedad se ha vuelto demasiado racional. El concepto viene del latín «reor, ratum», que significa calcular. En otras palabras, hemos aprendido a ser calculadores. Ponderamos demasiado ciertas decisiones que podrían ser más diligentes y valientes si no miráramos tanto su precio en sacrificio o generosidad. En el fondo, además de mezquindad, el ser calculadores supone poca confianza en Dios. Lo prevemos y lo programamos todo para no poner en riesgo nuestra comodidad o conveniencia.
También José habrá hecho sus cálculos y previsiones. «Será Hijo del Altísimo», le dijo María. Y Él concluyó en su imaginación: «Nacerá en un palacio, con los mejores médicos. Viviremos con él en Jerusalén, la capital. Nos dar&aac ute;n como casa el Templo de Salomón. Y vendrán reyes y reinas de todas partes a visitarnos. Ya no tendré que trabajar de carpintero».
Pero, ¡qué realidad tan distinta! Un inesperado censo en Belén, el nacimiento en una cueva y la huida a Egipto dieron al traste con sus ilusiones. Y después el regreso a Nazaret y una larga estancia ahí, sin pena ni gloria, para terminar muriendo carpintero. La Navidad es una profunda lección sobre la providencia de Dios, que lleva muchas veces nuestra vida muy al margen de nuestros cálculos y previsiones.
Confiar en la providencia es la actitud más realista. Nadie tiene el control total de su destino personal, matrimonial, familiar, profesional, etc. No lo tuvo José; menos lo tendremos nosotros. Y es mejor que así sea. La apertura a la providencia divina nos ubica en nuestra realidad de creaturas de un Dios que ve y actúa m&aacut e;s allá de las circunstancias prósperas y adversas, llevando siempre las cosas en el modo que más nos conviene. Fue el caso de José; y puede ser también el nuestro si aprendemos, como él, a confiar en la Providencia.
3. El secreto de los ángeles: la espiritualidad
Nuestra sociedad se ha vuelto cada vez más física. No en el sentido científico, sino corporal. Está obsesionada por el fitness, por la «buena forma». Los gimnasios están cerca de llegar a ser el negocio del siglo. Ahora bien, cultivar el cuerpo no tiene nada de malo. El cuerpo es una dimensión esencial de nuestro ser. Como dijo el filósofo Gabriel Marcel, propiamente no tenemos un cuerpo; somos nuestro cuerpo.
Posee, por tanto, una altísima dignidad, y merece todo cuidado y atención. Cada uno es responsable del cuerpo que Dios le dio a modo de talento para dar fruto en esta vida. Baste pensar que todos nuestros actos, los ordinarios y los sublimes, entran en escena a través de nuestra corporeidad; incluso el pensar y el amar.
Pero una cosa es cultivar el cuerpo y otra muy diferente es dar culto al cuerpo. El cuerpo nunca ha de ser idolatrado. Porque nadie debe idolatrarse a sí mismo. Hoy cabría hablar de un cierto narcisismo corporal. Narcisismo condenado de raíz, como en el caso de la fábula, a una profunda frustración. El tiempo pasa y deja su indeleble huella de desgaste y debilitamiento sobre el cuerpo, por más que uno se afane en conservarlo intacto. Ninguna cirugía, ningún procedimiento, ninguna técnica -por mucho avance que haya en la materia- es capaz de evitar el envejecimiento. Y quienes van más allá de lo razonable en este campo, en lugar de envejecer con naturalidad -que es la manera «bella» de envejecer- envejecen como monstruos.
Contra esta tendencia «idolátrica» del cuerpo, los ángeles de la Navidad nos revelan su secreto: el de la espiritualidad. Ellos, que son espíritus puros, nos enseñan a valorar y a gozar la vida espiritual. A buscar no sólo una buena «condición física»; también espiritual. Después de todo, el espíritu nunca envejece. «Cada uno tiene la edad de su corazón», solía repetir el beato Juan Pablo II. Y tal vez por eso, a pesar de los achaques de su vejez corporal, mantuvo siempre un espíritu joven. Basta ver con qué facilidad conectaba con los jóvenes en las Jornadas Mundiales que él mismo protagonizaba.
A veces podemos sentir que la vida espiritual es aburrida, monótona. El canto de los ángeles en Navidad nos recuerda que la vida espiritual es siempre bella, emocionante minuto a minuto, cualquiera qu e sea la condición del cuerpo. No está mal cultivar la buena forma, cuidar la salud del cuerpo. Pero también -y con mayor razón- hay que cultivar el alma. Después de todo, como dice una antigua frase latina, «los rasgos del alma siempre serán más bellos que los del cuerpo».
4. El secreto de María: el silencio
Dos necesidades básicas nos definen: hablar y ser escuchados. Con el añadido hoy de la tecnología -celulares, redes sociales, blogs, chateo, etc.- la ecuación queda así: tendencia natural a hablar + tecnología = sociedad hiperparlante. Supongo que más de alguno habrá ya querido gritar desde algún punto del planeta: «¡Basta; cállense todos!».
María tiene un secreto para nuestra ruidosa sociedad: su silencio. Ella, la gran coprotagonista de la Navidad; la que tendría tanto q ue decir, tanto que contar, guarda silencio, medita. Según la narración evangélica del nacimiento de Jesús, en esos momentos María no dijo una sola palabra. Su silencio fue el mejor modo de acompañar el acontecimiento más grande de la historia. Ningún sonido, ninguna melodía hubiera estado a la altura del momento. Por eso, bien se ha dicho, nada es más solemne que el silencio.
Ahora bien, el silencio de María no fue estéril ni superficial. Fue el espacio fecundo para reflexionar, profundizar y contemplar: «María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón» (Lc. 2, 19). Ella entendió por anticipado lo que un psiquiatra español diría siglos más tarde: en ciertas ocasiones «la palabra es plata y el silencio es oro».
El silencio tiene capas. Hay un silencio «exterior». Importantísimo. Consiste en sabe r «apagar» los estímulos sensoriales. Cuánto bien nos haría a todos tener al menos 30 minutos de este silencio al día. No siempre es posible. Pero habría que saber encontrar algún remanso así a lo largo del día. Los silencios más profundos son los de la memoria, para evitar malos recuerdos y purificar el pasado; los de la imaginación, para no anticipar desgracias; los de la susceptibilidad, para no «atar demasiados cabos» y sentirnos víctimas de todo mundo, etc., etc. Adquirir la disciplina del silencio no es fácil, pero el fruto bien vale la pena. El silencio es, en cualquier caso, un guardián del alma.
5. El secreto del pueblo judío: la esperanza
Nuestra sociedad tiende al pesimismo. No sin razón. Basta hojear cualquier periódico para lamentar lo mal que están las cosas. Y así, a fuerza de tragedia s y decepciones, han bajado mucho nuestras reservas de optimismo.
En el fondo, hemos perdido esperanza. Y tal vez por eso nos hemos vuelto más superficiales. La superficialidad es la enfermedad de los que no esperan nada. De los que viven en un mundo sin profundidad, sin relieve, sin montañas que conquistar ni misterios que penetrar. J.P. Sartre escribió: «La vida es una derrota, nadie sale victorioso, todo el mundo resulta vencido; todo ha ocurrido para mal siempre y la mayor locura del mundo es la esperanza». Pues precisamente, esa locura del mundo, la esperanza, fue por siglos el gran secreto del mundo antes de Cristo; el que lo puso en una sana tensión, en una espera de Dios que no fue defraudada.
Cuando esperamos algo nos polarizamos, nos cargamos de ilusión. La esperanza mete un centro de gravedad en nuestra vida, y así nos saca de la superficialidad. La espera de Cristo ha sido la más grande q ue el mundo ha tenido y tiene, pues ahora esperamos su segunda venida. La Navidad nos lo recuerda cada año. S. Grygiel definió la esperanza como la memoria del futuro. Conviene recordar siempre que lo mejor está por venir; que Cristo está por venir. Es el núcleo del mensaje del Adviento litúrgico.
El optimismo cristiano no es una vana ilusión; es una educación del alma. El optimista es quien ha sabido educar su mirada para descubrir lo positivo que se asoma a su alrededor. Y si la crónica del mundo no camina por donde quisiéramos, no es más que una invitación a mirar más alto. Después de todo, como diría Lacordaire, la adversidad descubre al alma luces que la prosperidad no llega a percibir.
6. El secreto de las estrellas: la humildad
El glamur, según el Diccionario de la Real Acad emia Española, es un «encanto sensual que fascina». En nuestra sociedad equivale a una preocupación excesiva por la buena apariencia, por el look más llamativo. En un sentido más amplio, el glamur está presente en casi todos los sectores. Hay un glamur de los negocios, del deporte, del espectáculo, de la vida social. En todos los casos, el objetivo es brillar, impresionar, ser el centro de atención.
A esta sociedad glamurosa, las estrellas de la noche de Navidad tienen un secreto que ofrecerle: el de la humildad. Las estrellas sólo brillan en la oscuridad. Cada una brilla con su tamaño y su fulgor propio, sin complejos ni tontas comparaciones. Las estrellas brillan siempre, independientemente de si las miramos o no. Las mira Dios, y eso les basta. «No eres más porque te alaben, ni eres menos porque te desprecien; lo que eres a los ojos de Dios, eso eres», escribía Tomás de Kem pis en el siglo XV.
Aquella noche de Navidad, las estrellas debieron brillar maravillosas, sin envidia de la gran estrella posada sobre la cueva de Belén. Cada una brilló lo mejor que pudo, sin sentirse menos. De haberla mirado con envidia, se habrían opacado. Porque la envidia es la polilla del talento (Campoamor). Ellas, en cambio, por su humildad preservaron su talento. Y por eso hoy, sobre una sociedad ávida de reflectores, de relumbrón y de flashazos, ellas siguen siendo, sin pretenderlo, las verdaderas estrellas.
7. El secreto del pesebre: la pobreza
Una nota novedosa de nuestra sociedad postmoderna es la ambición. Sin duda, ciertas ambiciones son legítimas. El problema es la ambición que se torna insaciable. El gran secreto del pesebre fue la pobreza espiritual, el desprendimiento interior.
Siempre he tratado de imaginar la historia del pesebre; una his toria que, sin duda, fue de más a menos. Empezó siendo un tambo limpísimo, idóneo para almacenar agua, aceite o vino. Más tarde fue contenedor de combustible o de lejía. Después lo destaparon para llenarlo de grano trigo, garbanzo o maíz. Un poco más rodado y abollado, se convirtió en tambo de basura. Muchos golpes después, picado y maltratado, cuando ya no servía para otra cosa, lo pasaron por la sierra y, partido por la mitad, dejó de ser tambo y empezó a ser pesebre, en el que colocaron paja para vacas y bueyes.
Quizá nunca imaginó, rodando por la pendiente de la humillación, que llegaría a ser el primer sagrario de la historia, después de María. El pesebre nos recuerda que muchas veces se es más feliz y afortunado siendo menos que más; que el camino de la ambición no lleva a ninguna parte; y que las predilecciones de Dios tienen muy poco que ver con nuestros méritos.
8. El secreto de los Reyes Magos: la docilidad
Nuestra sociedad presume, con razón, de independencia. Pero una mal entendida libertad puede llegar a ser una falsa autonomía, que raya en la ilusión, en la pérdida de referentes morales y de criterios rectos y claros. Ciertas corrientes de pensamiento han postulado un falso humanismo, que consiste en borrar a Dios del horizonte para que el hombre pueda ser plenamente hombre. Su tesis, en resumen, podría enunciarse así: «Si Dios es, el hombre no puede ser«.
Esta postura, sin embargo, constituye un verdadero drama, que inspiró el título de un libro del teólogo Henri de Lubac: El drama del humanismo ateo. Años más tarde, el Concilio Vaticano II resumía admirablemente su esencia: «La criatura sin el Cr eador desaparece… Más aún, por el olvido de Dios la propia criatura queda oscurecida» (Gaudium et spes, 36).
En otras palabras, cuando el hombre deja de tener por referente a Dios, se extravía en un laberinto sin salida. Es aquí donde los Reyes Magos tienen un secreto maravilloso que ofrecernos: el de la docilidad a Dios. Ellos se dejaron guiar. Fueron verdaderamente sabios al no fiarse de sí mismos, de su autonomía; al buscar fuera de sí mismos, en el cielo, la verdadera razón de su vida y el camino a seguir. Cierto, el camino fue largo y muchas veces oscuro. Pero en premio a su docilidad, encontraron al mismísimo Dios, que se hizo carne para ser hallado.
Su docilidad es una lección de sensibilidad a los auténticos valores y a las inspiraciones de lo alto. Dios nos manda señales; nos sugiere, nos invita, nos muestra estrellas que seguir. El corazón rebelde s e ciega y endurece; se enferma de lo que la Biblia llama «esclerocardía» -dureza de corazón-. En cambio, el corazón sensible tiene ojos; y el dócil, pies. Así puede descubrir las «señales de arriba» y seguirlas con paciencia, sabiendo que tarde o temprano le llevarán al mejor de los hallazgos: Dios mismo.
9. El secreto de los pastores: la fe
A nuestra sociedad cada día le cuesta más creer. Es cierto, muchas certezas se han derrumbado; muchas confianzas han sido defraudadas, sobre todo en los últimos años. Por eso, más de alguno me ha dicho: «Ya no sé en qué creer».
El secreto de los pastores fue su fe. Una fe sencilla, pero viva, operante y alegre. Ellos eran, muy probablemente, hombres sin educación, sin formación, sin grandes lecturas. Pero aquella noche de Navidad fueron los hombres más iluminados de la hist oria. Dice el Evangelio: «Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz» (Lc. 2, 8 – 9). Eso es la fe: una luz envolvente, que todo lo ilumina: no sólo la noche, también la vida; no sólo el entorno, también el corazón.
La suya fue una fe sin cuestionamientos. Inmediatamente, sin mayor deliberación, los pastores se levantaron y se pusieron en camino. «Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado» (Lc. 2, 15).
La fe no es sólo «creer» con la mente. Es un dinamismo interior que nos pone «en movimiento». La fe cambia la vida. Nunca es est&aacu te;tica. Porque nuestro corazón tampoco lo es; siempre busca un horizonte ilimitado. Las solas expectativas de esta vida le quedan chicas; y sus motivaciones, también.
La fe de los pastores, por lo demás, tampoco contradijo su razón. Sólo la iluminó. La llevó mucho más lejos. La abrió a una revelación que venía de lo alto. Porque, en definitiva, la fe es más una respuesta que una búsqueda. Los pastores no buscaron a Dios; sólo se dejaron encontrar por Él.
La fe desemboca en un gran sentido de lo esencial. Aquella noche, los pastores descubrieron que ya nada importaba, que sólo una cosa era necesaria: estar junto al Recién Nacido. Quien posee el sentido de lo esencial capta lo importante, busca lo único necesario, y así simplifica muchísimo su vida. Fue lo que años después diría Cristo a Marta: «Marta, Ma rta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada» (Lc. 10, 41-42).
10. El secreto de la noche de Navidad: la paz
Se diría que éste último secreto de la Navidad es la síntesis de todos los anteriores: la paz. San Agustín la definió como la «tranquilidad del orden». Según los historiadores, durante la noche de Navidad cesaron las guerras, se hermanaron los pueblos, se reunieron las familias, y parece que todo el cosmos se puso en paz. El Martirologio romano subraya este hecho cuando dice que Cristo nació «mientras reinaba la paz en toda la Tierra».
La paz es un resultado. Algo que encontramos al final del esfuerzo. Quien renuncia a la prisa, confía en la Providencia, se ejercita en la espiritualidad, vive el silencio, madura su esperan za, forja su humildad y pobreza, su docilidad y su fe, seguramente hallará paz.
Parecen demasiados pasos. En realidad, el camino no es tan largo. Porque todos estos esfuerzos son vasos comunicantes. Quien trabaja en un aspecto, termina por crecer también en los demás. No hay hombre que ore sin ejercitar su fe, su abandono en Dios, su pobreza y humildad. Por eso, más que ver una lista de tareas, tomemos al menos un secreto de la Navidad y empecemos a vivirlo con empeño e interés. Cualquiera de ellos tiene toda la virtualidad para cambiarnos la vida y mejorarla notablemente.
Y no olvidemos que el verdadero centro de la Navidad es Jesús mismo. Él es el Príncipe de la Paz, como lo llama la Iglesia. En Él y sólo en Él encontraremos la paz. En Él posemos nuestra mirada, confiada y segura. Quizá el «mundo feliz» que algunos han profetizado no es tan utópico co mo pareciera. Porque en realidad no se necesita quién sabe qué nivel de desarrollo científico y técnico para clonar a la gente y diseñar una perfecta ingeniería social. Si queremos una sociedad postmoderna «feliz» -hasta donde es posible en esta vida-, sólo hay que redescubrir algunos secretos esenciales, poner a Cristo al centro de cada familia y dejarlo reinar.
Después de todo, Dios sigue siendo el Señor de la vida y de la historia, aunque no lo parezca. Su victoria sobre el mal -en cualquiera de sus formas- es ya una realidad. Y, si lo acogemos, su victoria será también nuestra. O para decirlo de forma más poética, con un himno de la Liturgia de las Horas, «derrotados la muerte y el pecado, es de Dios toda historia y su final; esperad con confianza su venida; no temáis, con vosotros él está. Volverán encrespadas tempestades para hundir vuestra fe y vuestra verdad, es más fuerte que el mal y que su embate el poder del Señor, que os salvará».

Niños felices

8 Dic

 

El Colegio La Alborada se ubica en el municipio de Chía, Colombia. Su sello distintivo es la educación humanista existencial y la inteligencia emocional.

La propuesta del Colegio La Alborada es una propuesta innovadora por su visión de ser humano, su postura frente al mismo, su modelo pedagógico, su énfasis en la educación emocional y su intención de fortalecer los diferentes tipos de inteligencia con el fin de desarrollar lo talentos de cada persona y formar seres integrales que sean capaces de reformar la sociedad. Es la respuesta a una crisis de valores importante que está construyendo una sociedad enferma que exige propuestas diferentes e innovadoras y una concepción de la educación renovada.

Rectora Claudia Rozo

Vicerectora Lucía Cuéllar de Cárdenas

Lo invitamos a ser miembro de este proyecto:

315-8313462

3108708452

8626163

Educación experiencial con caballos. Colegio La Alborada

3 Mar

 

Educación experiencial con caballos.

Cultura equina en el Colegio La Alborada

29 Feb

La fluidez en el Colegio La Alborada.

11 Ene

El poder del amor/the power of love

24 Nov

La educación como política cultural

24 Nov

Manifiesto:

Por la reconstitución del ser humano, por la reconstrucción social de nuestro país. Por el despliegue del potencial cultural y personal de nuestra realidad. Por una inversión afectiva, más que económica. Por una pedagogía de la ternura y del amor. Por una acción humana realista, madura en lo psicológico y espiritual. Por un subjetivismo sano, con polo a tierra y con una perspectiva de infinito. Por una autoridad del auténtico crecimiento…por un proyecto personal en armonía con la Tierra y el Cosmos. Por el rescate, descubrimiento y redescubrimiento de las verdades supremas del hombre, el cosmos y la vida… Eso es la alborada.

Definiendo la alborada

16 Nov

Según el Diccionario de la Real Academia Española el significado de la alborada es el siguiente:

alborada.

(De albor, luz del alba).

 1. f. Tiempo de amanecer o rayar el día.

2. f. Música al amanecer y al aire libre para festejar a alguien.

3. f. Composición poética o musical destinada a cantar la mañana.

4. f. Acción de guerra al amanecer.

5. f. Toque o música militar al romper el alba, para avisar la venida del día.

 

Y usted, ¿qué dice? ¿Qué es la alborada? El tiempo, el espacio de el Colegio La Alborada lo invita a definir el sentido de este término. Significados, metáforas, símbolos, caminos y vehículos en función de la formación del niño. Comparta sus definiciones sobre el término la alborada y gánese un código de acceso gratuito a toda la Enciclopedia de la Salud del Grupo Centir. Pero más importante, hágase parte del proyecto del Colegio La Alborada y construya sus significados con nosotros. Mayor información: Lucía Cuéllar, 3158313462/3158313462

La fuerza en el Colegio La Alborada

24 May